lunes, 4 de enero de 2010

Atajo en el Laberinto

Encontré la paz dentro de mí. No fue hace demasiado tiempo.

Supe que algo me pasaba, que no iba bien dentro de mí. El primer paso es reconocerlo, dicen, así que por lo menos empecé con buen pie. Cuando tienes problemas y dudas existenciales, cuando se nota que tu cuerpo y tu mente no trabajan al mismo compás -y no es por tu mala salud-, es porque falla en tu cabeza. "Tal vez, deberías ir a un psicólogo" te aconsejan. Pero, sin ánimo de ofender a los licenciados y profesionales al respecto, ¿cuál es el trabajo y la función que hacen los psicólogos sobre sus pacientes?. Lo primero es conocerlos, para así conocer sus problemas y tras eso, aconsejar, orientar y plantear un tratamiento para superarlo, ¿mas o menos,no?. Pues bueno, tal vez no sea para tanto... Tal vez, la que tenga que conocerse y retomar su pasado, indagando con cautela, sea yo misma, y ¿quien mejor que yo entenderá sus propios problemas?. Si el problema está dentro de mí, yo misma podría solventarlo.
Y así, como quien acude a una terapia en grupo y se expone a los demás, respiré hondo mientras me ataba las piernas con los brazos tomando mi propia postura de reflexión solitaria, y en voz alta, me escuché a mi misma.
No se cuanto tiempo duró aquello, no se cuánto tiempo estuve exponiendo mi presente y mi pasado a las paredes y muebles de mi habitación, pero una sensación cálida me invadió cuando en la seguridad de los finos muros de mi pequeño mundo ,sentí perder un peso sobre mí que, en parte, acabo liberándose a través de mis ojos. Los delicados ríos de mis mejillas eran la representación de la tranquilidad, la paz y la armonía que en ese momento respiraban mis pulmones. Estaba tan cerca, que parecía absurdo no haberme dado cuenta antes. Tal vez no era tan sencillo darse cuenta de qué era lo que me importunaba, y seguramente no fuera solo eso, pero encontrar gran parte de la solución, resolver ese retorcido jeroglífico... fue una de las sensaciones mas liberadoras que he tenido en el entramado laberinto de mi psicología.

No duraría mucho. Tal vez no mas de unas horas, cuando volviera al mundo real. Pero el buen sabor de boca me acompañó por más tiempo.
Note el orgullo propio crecer dentro de mí. Me sentía satisfecha solo por darme cuenta, y sin depender de nadie más, de cual era el problema principal, y esa misma reacción, fue la respuesta a mis dudas.

En el fondo sabía que no era tan torpe, ni tan boba, ni tan inútil. No soy tan crédula, ni tan débil. Hubo una vez, en la que pensé que llegaría lejos, y soñé despierta que lo haría, y que dependía de mí. De mí y para mí, para nadie mas. Mi trabajo, mi esfuerzo o la carencia de ambas... solo serían obra y consecuencia propia, sin involucrar a nadie más. No tengo fama de echarle el muerto a otros, sino de hacerme cargo de mis propias acciones y de lo que ello conllevan. Ni las amenazas, ni chantajes psicológicos, ni la presión de contentar al resto... mi vida no tiene la finalidad de hacer feliz a los demás a través de mis "obligados" logros. No. Soy una persona independiente y no debo someter mis acciones con el fin de obtener orgullo ajeno, sino el mío propio. He vivido -y aun sigo viviendo- bajo el pesado murmullo contínuo de una segunda,e incluso una tercera conciencia, que me remite constantemente qué hago mal, aferrándose a la culpa para hacerme sentir sucia incitándome así a cambiar, sin obtener ningun beneficio limpio a largo plazo. El mal de conciencia es un arma muy poderosa para con las personas débiles y con carencias de orgullo. El orgullo es un arma de doble filo, que como con todo, si sabes usarla, no tiene porque herirte. El mío nace ahora. Nació en el momento en que supe, que vivía bajo una presión leve pero incesante, molesta como la humedad en invierno calándose a través de la ropa y la piel hasta los huesos. Soportable, pero prefirías no sentirla. Me di cuenta, que todas mis acciones, y mis no acciones eran siempre mal vistas o insuficientes. Que mi carrera, una licenciatura que decidí por mi misma, se volvía poco a poco una obligación que tenía que ejercer para que Ellos estuvieran orgullosos de mí, un chantaje en el que no caía, pero que molestaba como tantos otros. Día a día, las presiones, obligaciones y la falsa moral hacían mas difícil levantarme cada día. No me sentía bien. Ni agusto, ni tranquila, sino frágil y cada parte del cuerpo me pesaba como un cuerpo entero. Era normal. Me sentía un cadaver, o un vegetal. Un fiambre al que solo le guiaban las órdenes ajenas y sus respectivas misiones. Pero eso debe acabar. En aquel momento lo supe. Supe que mi vida era mía, y que yo y solo yo, era quien tenía derecho a decidir sobre ella. Consejos, advertencias, diferencias de opinión sobre mi vida, estoy dispuesta a escucharlas todas. Pero yo debo decidir ejercerlas o no, ignorando el chantaje psicológico que pueda acompañarles. Si son correctas mis acciones o no, lo decidirán las consecuencias y seré yo quien deba hacerse cargo de ellas. Sé que si sufro por ello, el dolor acompañará a mas de uno, y que mas de uno, me ofrecerá su apoyo y éste será bien recibido, siempre y cuando sean conscientes de sus limitaciones.

Ahora, y desde hace cuatro años, dejé de ser simplemente una niña. Ahora soy una persona, no solo una hija, una hermana, una nieta... Soy un individuo que piensa y actúa por si mismo, el cual debe buscar su propia felicidad pensando primero en uno mismo, en su propia satisfacción y después en la de los demás. Y ellos, deberán respetarla como tal. No hablamos de egoísmo. Sino de sentirse agusto con uno mismo, orgulloso de ser quien es y de hacer lo que hace. Y ese aura de felicidad, quienes de verdad le honren y le amen, se sentirán realmente orgullosos de él, y compartirán con él su felicidad, que será mutua.

5 comentarios:

  1. No sabes cuánto me alegro de leer esto.

    Todo lo que había que decir ya lo has dicho tú, así que sólo me queda decir: ¡Ánimo y adelante! :D

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  2. El orgullo es una mierda. Es como un borrón. Lo que tienes que hacer es limpiar la porquería del parabrisas. Ya verás qué buen día hace.

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  3. La porquería del limpiaparabrisas siguen echándola sobre mi, y cansa tener que limpiarla día tras día, hasta que al final, dejas que se amontone y haces como que no la ves.

    Me gustaría saber más sobre tu opinión del orgullo D, debe ser interesante.

    El orgullo para mí -este tipo de orgullo que intento adquirir- es amor propio. Buscar que me respeten, nada más -al menos por ahora-.

    Gracias por tu comentario

    Anne, gracias por leerme y alegrarte conmigo ^^, ahora toca seguir adelante.

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  4. Adelante y sin miedo :)

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  5. ¿Estas contenta contigo misma?
    ¿Es esto lo que buscas en tu camino de la "felicidad"?
    ¿Tienes claras cuales van a ser tus herramientas y trucos que usaras para avanzar en ese camino?

    Si es asi, adelante. Avanza recto y lo que llegue por el camino ya llegara mientras que tu seas fiel a lo que te has propuesto como un deber. Si eres consecuente contigo misma, tendras fe en ti misma.

    A mi modo de ver, el amor propio genera solo autosatisfaccion ante lo que nos rodea. Si es amor propio lo que buscas agarralo bien fuerte, si solo lo estas usando de herramienta porque no te valoras como persona...vuelvete a preguntar que es lo que hay en ti que tantos problemas te causa y mira si hay mas de un salida.

    Esto desde luego no te lo enseña un psicologo, te lo enseña la propia vida...que es a la unica a la que tendras que dar color o forma segun veas.

    Cuidate

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