viernes, 27 de noviembre de 2009

Un rincón del laberinto

Hoy mis letras no quieren bailar a mi son.
Pero no por ello, quiere que queden mudas,
rotas y aburridas.

...Agridulce... Puede que en este momento, aquellas palabras me sirvan...

Hay un rincón dentro de mi, donde siempre me escondo, un trocito de mi interior que se abraza a si mismo sabiendo, que tarde o temprano solo sentirá las huellas de sus propias caricias. Un suelo frío que mi cuerpo calienta con su aliento y las saladas miradas que solo ven su propio nido.

El vacío siempre me acompaña, alojándome en su interior, formando parte de él, perdiéndome en la nada, como si dejara de existir... Saboreando cada minuto de mi ausencia, cada gota que mi propio cuerpo me proporcionaba para alimentar mi agridulce situación. Perdida entre la oscuridad y el abismo interminable que mi mente preparaba para mi, como un laberinto interminable, lleno de enigmas en el que la incertidumbre estaba siempre presente, sonriendo, observándolo todo desde arriba como las estrellas en la noche nublada, la misma en la que yo dia tras día me escondía para no ser vista.

Pero fui descubierta. Mi paz fue turbada. Mi soledad corrompida por la luz cálida del ser humano. Mis ojos se abrieron con miedo. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo adivinando unas huellas que no eran las mías. El vacío se rompió en añicos, el suelo frío y húmedo empezó a volverse un mar en el que empezaba ahogarme. Mis pulmones llenos, mis ojos abiertos, mis gritos mudos... me dejé arrastrar, y la luz me atrajo hacia si.

Una superficie arenosa, mi cuerpo tendido bañado por el sol, mi piel seca y cálida. No quedaba rastro de aquella habitación. De aquella oscuridad, que ahora era solo densidad. Ahora... solo queda ese rincón dentro de mí. Todo mi interior, está invadido de una calidez que me arropa, unas caricias que atraviesan con dulzura, de una mirada que esperando mi mirada temblorosa, podría guiar el camino de niebla que anochece en mi laberinto.

Agridulce. Agridulce una vez más. Un dulce aun mas dulce, que me cuesta saborear, sabiendo que mi soledad me echa de menos.

Ahora solo queda ese rincón. Ese rincón vacío en mi interior, donde solo cabemos ella y yo. Siempre estará ahí, pero ahora se dibuja una sonrisa tímida que me espera con miedo y alegría.
Solo con recordar, solo con sentir, con querer volver, no hace falta nada más. Siempre seguirá ahí, solo para mí, como una selva virgen.



Cerré los ojos y sonreí. Volví a la oscuridad, volví al laberinto de mi interior y me perdí en aquel vacío cogida de su mano, una vez más... "
.


Por: Mar, KraSea. Mayo '09

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Fall In (II)

Es doloroso. Es sufrido y en ocasiones angustioso. Tiene mucha fuerza, y un poder capaz de acabar con todas tus energías, y reducir tu existencia a lo más mínimo. Tiene la capacidad de hacerte sentir la persona mas afortunada y la más miserable. Puede elevarte al Nirvana, o mandarte directo al inframundo.

Es demasiado. Demasiado para un ser sensible y un cuerpo frágil. Es un peso, es una nueva conciencia, una nueva responsabilidad. Es... es ser alguien más. Es pensar y sentir por dos. Es disfrutar y sufrir por dos. Es vivir no solo por y para tí, porque hay alguien más que no te deja morir.

Es dificil. Saber que otra conciencia va ligada a la tuya. Es ser dos, sin conocer uno. Es miedo, es pánico, y temor. Un error, puede ser algo más que un simple aprendizaje. Un error puede ser algo más que un pequeño bache, y convertirse en un profundo pozo del que quizá no puedas salir. Un error puede acabar contigo y solo ese poder, esa otra conciencia, tiene la capacidad de devolverte a la vida.

Siento morir dentro de mi. Lentamente. Siento que todas mis energías se dirigen al mismo lugar sin saber qué les espera. Con dulzura y con miedo. Con vergüenza, y timidez. Con la mano extendida, y el orgullo... el orgullo escondido, sin querer herir; agazapado por ese poder más fuerte que él. El orgullo se siente herido, me cuesta dejarlo salir. Y cuando consigue darse a conocer, se siente rídiculo e ignorado. Reducido a cenizas... que abrasan por dentro dejando leves cicatrices que esperan ser curadas, tal vez, algun día, por él.